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I'm in love with you: Capítulo 3:
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19 de abril de 2013

Capítulo 3:




                                                               
                                                               Londres


Yo seguía observando desde la puerta del avión el panorama que había. Desde atrás empezaron a surgir empujones muy fuertes para quedarse allí de pie, así que me apresuré a salir. El sol empezaba a abrirse entre las nubes, y unos pequeños rayos de sol se escaparon del cielo oscuro. Las chicas me seguían tres pasos más atrás gritando de emoción. 
-¡¡¡Estamos en Londres!!! -gritó Teresa. Yo asentí con la cabeza y sonreí. La gente que había por los alrededores eran de distintas nacionalidades, pero lo único que no comprendo es como podía fijarme eso estando en Londres, no, no lo sé.
Cuando salimos del aeropuerto nos adentramos en las magníficas calles de Londres, muy diferentes a las españolas. Llamamos a un taxi... ¡había muchísimos! Aunque todos parecían estar ocupados por turistas. Por fin uno paró. Entramos y el hombre habló:
*A partir de aquí, las conversaciones son en inglés*
-Buenas, ¿a dónde les llevo?
-A la calle Oxford, por favor -contestó Ana.
Condució varias calles, todas anchas y largas. Me fijé en una calle. Era preciosa, las casas tenían unos jardines inmensos, se veía de gente bastante ricachona. La verdad, es que me gustaba, pero no era de mi estilo... ¡Aunque claro que me gustaría tener una casa así! Piscina, un tele plasma como una pantalla de cine, un armario como una habitación para mí sola, un...
-¡Hemos llegado! 
-Un yacussi...
-¿¡Pero qué dices!?-siguió diciendo Irene -He dicho que hemos llegado.
¿Qué hemos llegado?... ¿Esa sería nuestra calle? No era como las otras, ¡en vez de tener casas tenía tiendas por todas partes! Yo solo abría la boca cada vez más, hasta formar una perfecta 'O'. El taxista nos miró con una cara extraña por nuestra reacción. Abrió la puerta del coche, salió hacía afuera y se encaminó hasta el maletero. Cogió las maletas, las dejó en el suelo y de nuevo, tras cerrar el maletero, se echó en el coche y levanto la mano. 
-... Ah sí, tome - entregué el dinero con torpeza. El taxista se giró y condució en dirección opuesta a la que habíamos venido. 
Ana empezó a correr hacia el escaparate de una boutique, a unos diez metros de distancia.
-¿Habéis visto? Ese, quiero ese -susurró lo último para sí misma. Era un vestido floral. A mí no es que me gustarán mucho los vestidos, y menos vestidos con flores, pero debía admitir que estaba bien.
-Sí, ya lo comprarás, ¡hay tiempo!-dijo Irene- Yo también voy a comprar muchas cosas. ¡Cómo esa camisa con la bandera de ahí!
-Pero necesito ver la casa ahora Ana-siguió diciendo Teresa.
Ana dudó. Suspiró y nos señaló para que la siguiéramos. Seguíamos andando con prisa hacía aquella casa, la casa de mis sueños, creo.
-¿Soy la única aquí que no se acuerda que número será nuestra futura casa? -hice falsos llantos.
-Parece que sí, ¿no te acuerdas que ya te he dicho durante TODO el año qué número era?-Teresa subió el tono con ese 'TODO'- no había un día que no te lo dijera.
-Pero es que claro, Londres es demasiado grande y me lío. Como estuve con los billetes de avión, las maletas... y todo eso. ¡No es mí culpa! Además... ¿seguro que os acordáis bien de qué número es...? No me mintáis.
-Yo sí, como para olvidarlo -dijo Irene con aires de superioridad.
-Por favor, que preguntas son esas. Yo fui la que me enteré primera de donde viviríamos y la que os lo dijo. Para olvidar ese día - los ojos de Ana tenían una gran ilusión, me miró y me dió un fuerte codazo en el hombro. Le miré con furia, y como siempre empezamos a darnos pequeños puñetazos, aunque cada vez más fuertes. Empezó a correr y a zafarse de mí.
-¡Ya te enterarás!-susurré. No quería gritar, que vergüenza. 
-Oh por favor, comportaos -dijo Irene con seriedad. Luego, no se aguantó más y empezó a reír sin parar.
-¡Aquella casa! Recuerdo que me dijisteis que era esa. Aquella con jardín -Teresa nos interrumpió las risas.
-Tere, todas aquí tienen jardín.
-Claro que no, como... ¡en esta calle no hay casas que no tengan! Pero seguro que hay casas que no -Se cruzó de brazos.
Bueno, no sé donde señaló Teresa, pero al ver que Irene, Teresa y Ana iban para una misma dirección, las seguí. Corrieron a través del camino que se abría sobre el césped de una casa. Ana rebuscó en una maleta que tenía de color verde y sacó las llaves, que hicieron ruido al chocarse unas llaves con otras.
-¿Cuántas llaves son para una sola casa? -dije.
-Creo que será para toda la ciudad -me susurró Teresa.
-Muy graciosa, os he oído, y para vuestro entender, son de mi casa y esta -señaló con su otra mano una llave azul- Es la de la casa. Hay cuatro para nuestra casa, una para cada una. Ya sabéis que la azul es mía.
Todas empezamos a meter prisa a Ana, que abrió la puerta quejándose de nuestra impaciencia. La casa tenía los muebles listos, ya que la mudanza ya había llegado. Pero... claro, estaban en cajas. Lo primero que hicimos fue cotillear nuestra nueva casa.
-¡Este será el salón! Con las sillas que hemos comprado quedará...- Ana tenía una ilusión...
-¡Y aquí la tele!-contestó Teresa.
-¿Qué dices? ¿Cómo la vas a poner ahí? Ahí irá el espejo -replicó Irene.
-Que no, que yo digo que va ahí la televisión.
-Joder Tere, ¿no entiendes que no puede ir ahí? ¿¡ENTONCES DÓNDE PONEMOS EL ESPEJO!?
-Pues al lado de la tele.
-Pues yo ahora creo que mejor será poner donde decís la mesa- dijo Ana de repente.
Quise parar de imaginarme que pondríamos en cada cosa. No quería oír discusiones del espejo, del televisor y de la mesa. Me fui por la primera puerta que encontré. El cuarto baño, la sala de invitados, el comedor... Todo estaba en mi imaginación mientras pasaba por aquellas habitaciones vacías, sin vida... Hasta que llegue a una habitación. Era grande, pero no tanto como para poder ser un comedor o un salón. Entré y me entró una sensación fantástica. Era ideal. En el fondo había una cristalera corrediza, daba al jardín, la parte trasera. Esa sería mi habitación, estaba claro. 
Me fui directamente al salón, cogí mis muchas maletas, y volví mi mirada a aquellas tres que seguían discutiendo.
-¿Adónde vas? -preguntó Ana. La habitación ceso de gritos.
-A mi habitación.
-¿Tú habitación? -dijo Irene.
-Exacto.
-¿Pero...? -siguió interrogándome Teresa.
-Yo creo que donde decís que quedaría mejor la televisión, el espejo y la mesa... Sería mejor poner un jarrón -susurré lo último riéndome. Al oír esto, oí de nuevo gritos.
-¡Aquí ira la mesa!
-¡HE DICHO QUE IRÁ LA TELEVISIÓN!
-Sigo pensando que es mejor el espejo.
No me importaba, la verdad, que ahí fuera un jarrón, pero claro, me gustaba hacerlas rabiar. Reí por lo bajo. 
Mis maletas seguían haciendo ruido. Las puse al lado de la cristalera. Y me senté. El jardín estaba descuidado, pero era... hermoso. Seguí pensando... Los minutos pasaban y yo seguía mirando un lugar, un lugar de mi mente, un lugar en el infinito. Oí unos pasos que se dirigían a mí, y unas voces provenientes del pasillo. ¿Cuánto tiempo he estado ahí? Que yo sepa, solo unos minutos.
-¿Qué haces? -me preguntó Irene.
-Eh... ¡nada! Veía como era el jardín. Hay que cortar el césped.
-Sí, pero solo un poco -rió.
-¿¡PREPARAMOS LA CASA O QUÉ!? ¡Qué yo sepa, la casa no se arregla sola! -gritó Teresa. Y aunque estuviera lejos, gritó tanto, que mis oídos por un momento, explotaron.
-¿¡PERO NO SEGUÍAS CON EL SITIO DÓNDE PONDRÍAIS LAS COSAS!?-pregunté mientras me dirigía al "salón" tras Irene.
-Sí, hemos decidido que el jarrón ahí va perfecto -sonrió Ana.
-Pero... yo solo... -intenté explicarles que lo de "mi jarrón" solo había sido una broma pésima pero...
-Shh, calla, ¡el jarrón es ideal! -...me interrumpieron.
-Vale, vale, a desempaquetar las cajas.
Estuvimos lo que nos quedaba de tarde desempaquetando cosas, y limpiando un poco la casa.
Una silla por aquí, un cuadro por aquí, la lámpara por allí, el armario ahí, una cama por allí... 
-¡Alá, ya...! -dijo Teresa.
-¿Cómo qué ya? Nos falta muchas cosas -lo último sonó bastante indignado, Ana.
-Sí, pero tenemos lo necesario para vivir esta noche, cuatro camas, un frigorífico, una mesa, sillas y... ¿y un cuadro?
-Un cuadro no sirve para mucho -contestó Irene.
-Hombre, hemos puesto más cosas, no seáis tan pesimistas.
-Está bien, comamos -interrumpieron la frase de Irene nuestras tripas. Empezamos a reírnos y nos preparamos unas pizzas.
-Para ser nuestra primera noche en Londres, está comida es magnífica -puse acento..."pijo" mientras me comía un trozo de pizza. Todas se rieron y Ana dijo:
-Come y calla -le fulminé con la mirada.
Después de unas y otras tonterías nos fuimos a dormir. La casa seguía estando aún así vacía, aunque tuviera ya muchos muebles y decoración. Al intentar dormirme planeé lo que haría al día siguiente, estaba deseando que fuera por la mañana.

6 comentarios:

  1. Hola, aqui tienes una nueva lectora :) Me encanta la novela y me gustaria que pasaras por la mia si no es mucha molestia :) Yo no me perdere ni un capitulo de la tuya asique subelos rapido que si no me da algoo!
    Kiseess:))

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    1. ¡Muchas gracias! Y claro que me pasaré :) También intentaré subir capítulos rápido, besos <3

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  2. Ola. Yo tambien soy nueva lectora. De momento me pongo en anonimo por k no puedo ponerme en mi cuenta pero en cuanto pueda lo hago.
    Me ha encantado el capitulo. Siguela plis!
    BESOS!

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    1. :) No importa, solo gracias por comentar ;D Pronto la seguiré, besos <3 *-*

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  3. Hola soy otra lectora.Me encanta tu capitulo. No puedo parar de leer, están muy bien. Sigue poniendo más porfi.
    BESOS!!!!!!!

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