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I'm in love with you: Capítulo 5:
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6 de mayo de 2013

Capítulo 5:






                                                               De compras


Mientras ellas terminaban de desayunar yo me metí en el cuarto de baño y empecé a retocarme un poco el rebelde cabello. Cogí el móvil y puse una canción: 'Impossible'. Luego le siguieron 'Change my mind' y 'Kiss you'. Salí del cuarto de baño:
-¿Pero todavía no habéis acabado?
-Mmm... pues no -me contestó Ana.
-Ya veo, cuando queráis, me avisáis y vamos.
Eran las doce y ellas de cháchara. Pero debía tener paciencia. Recorrí el pasillo hasta cerrar la puerta de mi cuarto. Busqué en mi maleta y encontré aquellos preciados pósters. Los puse bien sujetos detrás de la puerta. Y ahí estaban ellos, tan perfectos, mis ídolos... 
Me quedé embobada un rato, mirando cada detalle, cada perfección de sus caras, sus cuerpos... Hasta que...
-¡Auu! -me quejé, dando unos cuantos pasos hacia atrás. Teresa se asomó cautelosa.
-Emm... ¿hola?
-Mi cara -seguí quejándome... ¡me había dado con la puerta en las narices! ¡Y en sentido muy lateral!
-¿Te duele?
-No, era broma -empecé a reírme. La verdad es que me había dado, pero solo me dolía un poco, no iba a hacer un drama por una tontería. Ella solo sonrió y apareció Ana por detrás, apartando a Teresa del camino y mirando lo que acababa de poner en la parte de atrás de la puerta.
-¿Sabes qué algún día te los robaré sin que te des cuenta? Ya tendré más pósters para mi colección -sus ojos pasaron por un brillo intenso a uno de seriedad - Ya hemos terminado, ¿vamos?
-Claro, ¿ya os habéis vestido y peinado?- mientras decía la frase, Ana entreabrió la puerta y dejó ver su ropa, aunque su pelo seguía siendo castaño y lacio:




Sonreí al ver que también tenía unas converse como las mías, pero en color rojo. Teresa no tardó en entrar y dar media vuelta sobre sí misma mientras reía por lo bajo:





Yo no me cambiaría de ropa, me dejaría la que me puse esta mañana.
-¡Vamos chicas! Que hay que arrasar tiendas -gritó Irene desde la cocina.
-¡YA VAMOS! -grité yo también- Salid, venga, que no quiero que nadie robé mis pósters, creo que les pondré candado.
-¿Cómo? -preguntó ingenua Ana.
-Pues de cualquier forma, con tal de que no me los robes, ladrona.
Ella solo me ignoró.
-¡Oye! No planees ningún plan para robármelos o te asesino -levanté mi mano como si tuviera un cuchillo imaginario, Ana puso cara de horror y Teresa contestó:
-Haya paz, no quiero que haya sangre y luego tenga que limpiarla yo.
-Vale, vale, pero mi venganza se acerca -dijo Ana, en señal de "no paz".
Yo solo asentí, pero andaría con cuidado. "¡Qué tonterías más grandes tenemos!" pensé.
-¡Por fin! ¿Qué hacíais? -preguntó Irene, mientras abría con la llave la puerta para salir a la calle.
-Nada -Teresa se hizo la que no había visto nada de nuestras pequeñas locuras- Y bonito conjunto, algún día me lo prestarás.
-Me lo pensaré.
Teresa le dio un fuerte codazo e Irene puso cara de ofendida, y así siguieron. La verdad, es que era precioso el conjunto, pero el pelo lo llevó mejor suelto, le conjuntaba mejor con la ropa que llevaba:




-¡Esperad! -grité -Mirad el cielo.

Se asomaron a la puerta y miraron hacia arriba.
-¿Qué le pasa al cielo? -preguntó Ana.
-Coged paraguas, ¿no veis que está nublado? Cuando salí a comprar comida hacia algo más de sol.
-Sí, será mejor, no quiero arruinar mi pelo, ¡ni mi ropa!
Todas nos reímos.
-¿Qué? ¿Por qué os reís? Es verdad.
-Bueno, vale, pero vamos a coger los paraguas -dijo Teresa, cortando la conversación.
Ana le miró mal y desvió su mirada hacia los paraguas que estaba trayendo Irene.
Teresa apuntó con el dedo cada paraguas y fue contando:
-Falta uno.
-Sí, no encontraba ninguno más tomad.
Le dió a Ana uno rosa, a Teresa el negro, y a mí uno azul.
-Creo que me he quedado sin paraguas... -Irene mencionó haciendo pucheros.
-Tranquila, que soy tu salvación -le dije mientras cruzaba el salón para dirigirme a un mueble. Rebusqué entre objetos y más objetos que no sabía de donde habían salido, y lo encontré. Lo escondí en mis espaldas y me dirigí de vuelta.
-No me fío de tí -dijo Irene.
-Toma.
-¿En serio? -hizo de nuevo pucheros y todas reímos.
El paraguas era de ranitas y verde.
-Me gusta-lo cogió y lo observó detenidamente-pero no para enseñarlo en público, ¿alguien lo quiere?
Pero nadie contestó.
-La verdad es que mola el paraguas-reí y luego todas lo hicimos.
Lo dejé en la silla más cercana y salimos. Cerramos la puerta muy bien con llave y planeamos a que tienda iríamos:
-¿Ana te acuerdas donde viste ese vestido antes de ver nuestra casa?-le recordó Teresa.
Esta asintió sonriendo: Ya sabía lo que Teresa estaba pensando, eran cómplices.
-¡Lo quiero!¡Aquel vestido! -dijo Ana, como una niña pequeña.
-¡Pues vamos a esa tienda! -contestó Irene con pose de victoria.
-Vale, iremos a esa tienda, pero luego a esa -dije mientras caminábamos cruzando las calles de Londres.
Ellas asintieron, mientras se quedaban "babeando" en más de un escaparate.
-Y esa-señaló Irene.
-¡Y esa!-dijo Teresa.
-¡ES ESA!-señaló Ana dándose prisa hacia la tienda que buscábamos. Entramos, y yo me morí por dentro, ¡me encantaba la ropa! Y aquella tienda más. Cada una se fue a por su lado.
Yo empecé a mirar haber que encontraba, y me fijé en la sección de pantalones. Busqué cual era el pantalón que me gustaba más y encontré esto, y claro, me lo tenía que comprar:


Luego vi otra camiseta que me encantó, pero decidí mirar en otras tiendas, ya que seguro que había muchas más cosas, y más bonitas. Busqué por la gran tienda donde estaban mis amigas, pero no las encontraba. 
-¿Dónde están?
-¿El qué? -contestó alguien. Mierda, ¿para que hablo sin pensar? 
-Perdón, es que estaba buscando a mis amigas -me di cuenta de quien me había hablado. Pensé que era la dependienta. Era una chica castaña, alta, muy mona que andaba atareada de aquí para allá tras el mostrador, iba así:








Tal vez habría visto a aquellas tres:

-Perdona, has visto a tres chicas de mi estatura más o menos, que iban juntas, ¿por aquí?
-Esto... pues no -dijo mientras colocaba un montón de ropa en la mesa -Lo siento.
-No importa-dije, empecé a andar de nuevo, por que vi una cazadora negra cerca de unos maniquíes. Oí hablar a una chica y me giré disimuladamente, estaba vestida de esta forma:






-Oye, ¿crees que me quedará bien? -le dijo la chica a la dependienta.

-Sí, muy bonito todo.
-¡Pero si ni me has mirado!
-Vienes a ayudarme y te compras la mitad de la tienda, esto no es normal.
-Oh venga, tal vez te den más por que alguien te haya comprado casi toda la tienda.
-No creo, ¿me vas a ayudar o no?
-Pero espera, que he visto un vestido por aquí.
-¡Pues vaya!
En ese momento, el montón de ropa que llevaba en las manos cayó al suelo y se echó las manos a la cabeza.
-¡Joder! -gritó -Recojamos antes de que venga...
-Pues por ahí viene.
"¿Quién viene?" pensé. Una mujer mayor venía hacía aquí con una clienta. La clienta tenía una prenda de color negra.
Las dos chicas se apresuraron a recogerlo todo, y yo también me apresuré a llegar hacia ellas.
-Veo que necesitáis ayuda -les dije sonriendo.
-Muchas gracias- sonrió la dependienta y echó una mirada rápida para aquella señora que se suponía que era la jefa. Nos apresuramos antes de que viniera y dejamos toda la ropa junto la mesa. La amiga de la chica hizo como si se estuviera probando algo y la chica siguió ordenando el "kilo" de ropa.
La dueña pasó inspeccionando que estaba haciendo la chica y pasó de largo junto con la clienta.
Su amiga salió y se dirigió hacia mí:
-Uff, odio a esa.
-¿Por qué?
-Siempre igual, es una pesada, anda siempre mandando.
-Se le ve la cara de amargada-la chica rió.
-A la que dirige es a mí -intervino la dependienta.
-Bueno sí, pero de todas formas la odio.
-Entonces, ¿tú eres la dependienta? -señalé a la primera chica.
-Sí -asintió con la cabeza.
-Y tú...
-Su amiga, soy Antia -me sonrió.
-Aitana -dijo la otra chica, sonriendo también.
-Me podéis decir Vero -contesté, devolviendoles una gran sonrisa.
-Pues encantada -contestaron las dos y rieron.
Aitana arreglaba maniquíes y ponía en las perchas todo lo correspondiente.
-¿Cómo puedes estar tan atareada? -pregunté curiosa.
-Esta es una de las tiendas más grandes de Londres, y unas de las más importantes. La gente viene mucho aquí y encima hay mucha publicidad.
-¿Pero eso es bueno no?
-Sí, pero claro, no doy a basto.
-A veces vengo a ayudar -contestó Antia.
-Sí, "ayudar" -hizo las comillas con los dedos en el aire.
-La verdad es que, como tu amiga, yo me llevaría media tienda.
Antia sonrió y Aitana dijo:
-Y yo, pero valdría mucho.
-Eso sí...-me quedé un instante pensando y Antia interrumpió mis pensamientos con una pregunta.
-¿Eres nueva? 
-Emm... sí, soy de España.
Las dos se miraron sorprendidas.
-¡Nosotras también! -contestó Aitana.
-¡Qué bien! -contesté, animada. Por fin alguien español.
-¿Y a qué has venido aquí?
-Íbamos a estudiar aquí, y como las clases empiezan en otoño, estamos aquí unos meses antes para prepararlo todo -se quedaron extrañadas cuando resalté ese 'íbamos' -Ah sí, es que no he venido sola, he venido con unas amigas.
-¡Qué bien! ¿Vivís cerca de aquí?
-No mucho, la verdad.

-Nosotras vivimos detrás de esta calle.
-¿Vivís juntas?
-Sí, mola mucho -dijo Antia.
-Yo con mis amigas también- sonreí.
-Bueno, tengo que seguir ordenando cosas -yo miré mi móvil, las 14:00. ¿Dónde se habrán metido esas tres? -Aquí tienes tu nueva ropa, es preciosa. Bueno, gracias por comprar. Nos vemos-contestó Aitana, tras yo pagar mi ropa y darme la bolsa.
-¡Adiós! -le despedí con la mano mientras esta se dirigía al almacén- yo me tengo que ir, no sé donde estarán mis amigas.
-Está bien, ¿volverás por aquí?-me preguntó Antia.
-Claro que sí, esta tienda me encanta, bueno, hasta otro día.
-Adiós, Vero -me contestó la chica.
Yo salí de la tienda, porque allí no estaban esas tres. Decidí irme a casa, si no, me perdería. Las calles estaban vacías aunque fuera mediodía. Las nubes estaban oscuras y amenazaban con la lluvia. En ese instante me di cuenta de que tenía los tres paraguas. No sé en que momento me lo habían dado para no tener que cargar ellas con los paraguas. "Malas personas" pensé. 
Intenté recordar el camino, y creo que el que me imaginé, era el correcto. Decidí seguir mi "instinto" haber si funcionaba, casi nunca funcionaba, la verdad. Empezaron a caer gotas de lluvia. "Lo que me hacía falta". Abrí torpemente el paraguas con la bolsa de la ropa en una mano y la de los otros paraguas en la otra mano. Al fin lo pude abrir y seguí con mi camino, cada vez la lluvia se precipitaba más veloz y las gotas cada vez abundaban más en el asfalto del suelo. Hasta que llovió muy fuerte. Me di mucha prisa en llegar a casa sin mojarme. Crucé rápidamente una calle, ya estaba cerca de casa.
Mientras caminaba, oí unos pasos de alguien que salpicaban entre los charcos de agua acercarse corriendo y sentí como chocaban contra mí, caí en el suelo. Miré a mi alrededor, estaba llena de barro y la bolsa y los paraguas tirados en el suelo. Enfurecida, miré hacia arriba.

4 comentarios:

  1. Holaa :D Acabo de descubrir tu nove y me encanta <3
    Siguelaa ;)
    Besoos xx
    http://1dlibrolaury.blogspot.com.es/(Porfi pasate y comenta si te gusto <3)

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  2. Me alegro mucho ^^ Ya mismísimo la sigo :D Y si, ya me la estoy leyendo :)Besos <3

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  3. Hoola :D A través de una amiga he descubierto tu novee, y me guustaa mucho :D Siiguelaa :)
    Beziitooz, te paslo el link de la mia;
    llamasdecolorines.blospot.com.es :D Si te gusta comenta :D

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  4. Me harías el favor de decirme como has puesto el contador ese y la encuesta?
    Si eres tan maja...
    Bezoz de nuevo :D Jjajaja

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